Empezaré por la primera, Paloma, nos conocimos en el parvulario, allí éramos 3 mejores amigas junto con Flora...pero a mi me daban de lado amenudo porque Flora se hacía la "necesitada" y acaparaba a Paloma. Creo que era supuesta amiga mía únicamente porque si no lo fuera Paloma se inclinaría más por mi, si es que éramos vecinas, y a las 20h00 cada día nos dábamos las buenas noches a gritos por la ventana.
Hasta ese fatídico día en el que me dio la noticia:
-Nos mudamos, a otro cantón (esto sucedió en Suiza), porque mi padre encontró trabajo allí.
-¡Pero no puedes irte! Tendremos que gritar mucho más para darnos las buenas noches!
Siempre algo de risa entre la tristeza...no viene mal. El caso es que nuestros padres nos prometieron que harían lo posible para que nos pudiéramos ver con regularidad. Y así fue porque no pasaba un mes sin que nos viéramos, o iba yo a pasar el finde allí o venía ella o nos veíamos a medio camino donde vivía mi tía, o nos veíamos en alguna estación de esquí. En este caso la que se quedó de lado fue Flora porque sus padres no la llevaban, aún alguna vez vino conmigo, pero el resto de las veces no la dejaban venir. Al final se quedó atrás y Paloma incluso se llegó a enfadar un poco con ella por no sé qué motivo, supongo que no le contestaba a todas sus cartas...en definitiva Flora y ella no tenían la complicidad que teníamos ella y yo.
Pasó el tiempo y me tocó a mi distanciarme aún más, teníamos 12años, pasaríamos de estar a una hora y media en coche a estar a 17h en coche...o 2h en avión.Me iba en agosto así que nuestros padres se pusieron de acuerdo para enviarnos a un campamento juntas, un campamento con caballos donde yo aprendería a montar y Paloma que hacía equitación podría practicar a diario. Llegamos allí...la casa donde dormiríamos y comeríamos era de los señores del campamento...nos llevaron a nuestra habitación. Las camas no eran más que unos colchones tirados en el suelo del desván, vale que era una estancia con suelo de madera paredes de ídem, pero aquello dejaba que desear. Aún así nosotras estábamos eufóricas, nos daba igual todo (a nuestros padres que habían pagado una fortuna no les gustaba nada), aquello era perfecto, enseguida juntamos nuestros colchones y pusimos nuestros sacos de dormir. Salimos y fuimos a ver a los caballos. Uno de ellos, "feu vert" o "fuego verde" lo tenían apartado en un box con un cartel que avisaba de que era un caballo "peligroso", lo cual hizo que nos propusiéramos poder acariciarlo en los días que nos quedaban allí, le llevaríamos comida y nos acercaríamos poco a poco, de hecho lo conseguimos en un par de días. Otro de los caballos era una vieja yegua de 20años, que tenía solo pellejo blanco con pintitas oscuras sobre sus huesos y al lado su inseparable compañero un caballo negro más joven y en mejores condiciones. Tenían que sacrificar a la yegua pero de hacerlo tendrían que hacer lo mismo con el otro ya que estaba muy atado a ella y acabaría dejandose morir si le faltara su amiga. Los demás caballos eran normales, por llamarlo de alguna manera. Había también unos mastines blancos peludos, y 3 o 4 cachorros...más bonitos! Parecían peluches, estábamos encantadas Paloma y yo. Cenamos y nos fuimos a la cama...al colchón, vaya se me olvidó decir que en esa estancia había otras 8 chicas, con sus respectivos colchones. Y el único chico...tenía su propia habitación...¡Suertudo! Nuestros días transcurrían de la siguiente manera, por la mañana pequeño cursillo en el recinto vallado con obstáculos. A los principiantes nos tocaba el pony cabezón, mientras que a las que sabían montaban en el caballo grandote y dócil. Yo fui los dos primero días pero me acabé cansando de darle patadas al pony que se quedaba con las cuatro patas clavadas al suelo, y Paloma también se hartó de ir para nada, dado que su nivel era mucho más alto, nos limitaríamos a ir al paseo de por la tarde, eso sí que era divertido, ir a caballo por el bosque durante una hora. Lo que no nos esperábamos era pasar hambre, nos daban desayuno, comida y cena, nada de meriendas o almuerzos...nada levántate a las 8 para desayunar, come a las 12 y cena a las 19h. No había comida suficiente para repetir y da gracias si te daban postre, así que ya nos veis cogiendo manzanas verdes del manzano...la cara de acidez que teníamos era por algo. Lo que no comenté es que en la cocina donde comíamos había más moscas que en un montón de estiércol, porque había mosquiteras en las ventanas pero las puertas las dejaban abiertas con lo cual los bichos entraban pero no salían, dabas una palmada en el aire y matabas 3 moscas. Así que un día que tocaba espaguetis a la boloñesa Paloma y yo tuvimos la suerte de llegar las primeras y poder elegir nuestro plato, porque claro tenían la brillante idea de tenerlos ya servidos en la mesa, así que pudimos escoger los platos que no contenían mosca en su salsa y por no hablar del día que ayudamos a una de las monitoras a sacar los platos del lavavajillas...había cabezas, patas y alas de mosca pegadas a los vasos..."precioso!". Poniéndome con cosas asquerosas lo peor era el hijo de los dueños...un tío de unos 20años que hacía lo posible por pillarnos en bragas, que se limpiaba el sudor con la venda que acababa de quitarse de una herida profunda que se había hecho, y que nos decía que las natillas que nos dieron el último día (por quedar bien frente a los padres que venían a buscarnos) estaban hechas con sus mocos...quedaron todas para él. Más asquerosidades, un día se levantaron dos a altas horas de la noche para ir al baño...y nos despertaron a todas con sus gritos, acababan de ver un par de ratones, eso cuando no aparecían cucarachas y por no hablar del nido de avispas grande como una sandía que había pegado a una viga fuera de la habitación, sin nombrar tampoco a los cachorros que acababan subiendo a la habitación y nos meaban en los colchones y los sacos, esto aún dudo si no sería cosa del hijo de los dueños...porque es un poco raro que unos cachorros atraviesen toda una casa para acabar meando en el desván. La verdad que a pesar de todo y de que llegadas al miércoles teníamos la idea de largarnos a pie, lo pasamos bien, es una anécdota que contar.
Llegó el día de la separación...nos costó mucho, pero al final nos acabamos viendo 4 meses más tarde en navidades, había que ir a ver a la familia y de paso...Ahí la vuelta se me hizo más dura, aún no sé porque si ya conocía lo que me esperaba en españa, bueno quizá sea esa la razón jajaja! Nos hemos visto algún verano más, yo iba todos los años al principio pero la cosa cada vez fue a menos, también nos carteabamos mucho pero a medida que pasan los años y te estabilizas, te van pasando menos cosas emocionantes o más bien lo que antes era "la leche" ahora es "la leche desnatada" aun así seguimos firmando las cartas como la primera vez que nos escribimos con 7años...
"Tu mejor amiga,
Cocci"
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