Valorando lo que tengo...

El otro día leyendo esta entrada de Celia empecé a pensar si es que yo no sé valorar la amistad.

El año pasado como conté, tuve muchas bodas, cuatro. Dos por compromiso con mi pareja, y otras dos las de mis "mejores amigas". Primero Mariola, que como ya había contado la cosa con ella se había enfriado mucho desde hacía ya bastante tiempo, y tenía la espina clavada de cuando la necesité y no estuvo porque era más importante...no sé qué era más importante porque aunque tuviera novio éste trabajaba y teníamos las tardes libres para vernos. Por lo que sea, ella no estuvo, y yo quizá no le di a entender que la necesitaba, aunque llamarla todos los días para quedar creo que dice bastante, el caso es que acabé por pasar de todo. Cambié el chip, me hice otros amigos, y dejé de lado como me estaban dejando a mi.

Recuerdo que por aquella época me llegó algún mail suyo de esos memes con preguntas y como siempre al final "qué le dirías a una persona que no te atreves a decirle a la cara" o algo por el estilo. Recuerdo que el mensaje iba dirigido a mi y era un tanto hiriente, como si yo hubiera tenido toda la culpa de nuestro distanciamiento. Lógicamente con eso mi resquemor fue en aumento, pero nunca llegué a decirle lo que pensaba. A punto estuve cuando un buen día, después de pasar medio año sin vernos (vivimos a unos 5 km de distancia) me llama para decirme que se casa y que quiere que yo sea su dama de honor. Lo primero que me vino era decirle que no, pero no tenía excusa...claro que qué mejor excusa que "Oye tía me parece que habrá otras que les haga más ilusión y que se lo merezcan más.". Jolín que podían pasar 6 meses sin tener noticias la una de la otra! Tenía más contacto con Paloma (mejor amiga de toda la vida per secula seculorum) la cual vive en Suiza, tuve más apoyo por su parte cuando lo necesité. Con esto se demuestra que lo que realmente importa es el tiempo que se le dedica a una persona, ya sea escribiendo, llamando o tomando un café.

Sinceramente sentí que me había pedido aquello por compromiso, por no quedar mal conmigo, por miedo a que yo me enfadara y no le volviera a hablar en la vida y me pareció ridículo. Pero al final tengo que reconocer que toda la historia de la boda sirvió para volver a acercarnos, y me di cuenta que para ella soy importante pero no por el hecho de haberme pedido ser su dama de honor, sino por el ver que seguía confiando en mi, que volviera a contarme sus cosas y "problemas", que me escribiera esa nota el día de la boda y me hiciera llorar la muy guarra. ¿Y acaso todo eso no podía haberse realizado sin necesidad de cederme el título honorífico? Yo creo que sí, que habría sido incluso mejor haber hablado las cosas, habernos sincerado porque yo sigo con mi espina, y puede que ella tenga la suya.

Puedo parecer una ingrata por no saber valorar esos detalles, pero es que a lo largo y ancho de mi vida han ido yendo y viniendo los amigos y después de haber dicho cosas y prometido la luna han ido desapareciendo. Por eso no valoro las palabras y los gestos...pues depende, lo que valoro es el que se siga manteniendo la relación, el que pase el tiempo que pase cuando nos volvamos a ver o a hablar sigamos confiando como antes.

La verdad que echando la vista atrás me doy cuenta que o no he sabido mantener mis nuevas amistades o no han sabido mantenerme a mi. Es difícil saberlo. Pocas personas tienen ese título, y cada vez me cuesta más cederlo. Me cuesta creer ciertas cosas y al final me repercute en todo, pero si me fijo bien hay personas que han estado ahí, personas que ni siquiera he visto cara a cara, o que conozco de hace poco, que han tenido detalles conmigo y no me he parado a pensar en la suerte que tengo de conocerlos...soy una ingrata...menos mal que aunque tarde me voy dando cuenta.

He hablado muchas veces de la amistad, recuerdo sobre todo a un chico diciéndome "cuando tenga novia tendrá que hacerse a la idea que mis amigos son lo primero, porque los amigos permanecen y ella puede que desaparezca a la vuelta de la esquina". Ya, y una mierda. Luego resulta que ni novia ni leches pero llegó a pasar del mundo entero y a hacerse medio ermitaño porque pasó una mala racha y por lo visto no quería "molestar" a sus amigos (tan importantes son que luego no confía en ellos...). Los amigos, los de verdad, son los que siguen ahí a pesar de haberlos relegado a un segundo puesto, los que te escuchan cuando necesitas hablar, los que te apoyan cuando lo necesitas, los que te llevan la contraria cuando así creen que deben hacerlo, los que saben entender que estés "enchochao", y que pase el tiempo que pase, resulta que siguen ahí y te perdonan el haber desaparecido...aunque tengan la espina clavada. Por supuesto hay que cuidarlos, pero a veces hasta sin eso...el día menos pensado necesitas su apoyo y aparecen como de la nada. Hasta te da vergüenza que sigan ahí. Bueno yo he tenido la suerte de estar en ambos lados en el lado de la que sigue ahí y en el lado de la que de repente ve aparecer una mano que dice "Hey agárrate!".