Las llamas me hacen volver aquí a dejar mis pesares, a vomitar odio y pena. Mi título, por si alguien se lo pregunta, quiere decir que quisiera ver el trasero de los culpables arder.
Vivo en el Bierzo. Lo primero que nos arrebataron fueron Las Médulas y La Cabrera. La noche del 8 de agosto la pasamos mi pareja y yo en nuestra casita del monte, una “caseta de aperos” sin agua corriente ni luz. Usamos agua de lluvia para regar y agua que llevamos en garrafas para lavarnos. Muy rudimentario todo. Por la tarde se acercó una tormenta que dejó cuatro gotas y, a lo lejos, pudimos ver unos cuantos relámpagos. Ya antes de anochecer se veía algo de humo, y a la mañana siguiente amanecimos con esta vista:
Eso se supone era el incendio de Llamas de Cabrera. Parece un chiste malo, pero sí, uno de los primeros incendios de este verano infernal en el Bierzo se inició en Llamas. El otro, casi a la vez, en Las Médulas:
El de Las Médulas decían al principio que había sido un rayo. Yo me lo creí por la tormenta seca que hubo, pero días más tarde se hablaba de una persona a la que estaban investigando porque se había visto su coche en el lugar donde se inició uno de los focos, y el día que fueron a interrogarlo llevaba numerosos mecheros en el coche.
Después de estos vinieron todos los demás. Estábamos rodeados, miraras hacia donde miraras había humo. Pasamos varios días sin ver el cielo y aún seguimos así, porque según la temperatura, la presión o el viento, tenemos humo… o no. La calidad del aire es pésima, hace calor, y la recomendación es cerrar las ventanas. Pero aquí no tenemos aire acondicionado, aquí abrimos las ventanas por la noche para que refresque la casa, y amanecemos con todo lleno de cenizas, hasta en los pulmones. Y aun así, sinceramente, esto no es nada comparado con lo que sufren quienes han visto cómo las llamas devoraban sus vidas: gente que ha perdido familiares, hogares, negocios… yo no me puedo comparar con ellos.
Anécdotas de cómo se gestionó todo esto tengo unas cuantas. La más cercana, la de una amiga de Corullón. Su pueblo se veía amenazado por el fuego que venía de Oencia, y el alcalde decidió ponerse manos a la obra con suficiente antelación. Puso un bando en el que solicitaba a todo aquel que tuviera maquinaria para desbrozar o arar, y a quien quisiera ayudar, que acudiera a las labores de limpieza de los alrededores del pueblo (se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena, eso también hay que verlo). El hermano de esta amiga salió, desbrozadora a cuestas, a ayudar. Se cruzó con la Guardia Civil, que le dijo que a todo el que vieran desbrozar lo iban a multar. Sí, había una alerta ese día que decía que no se podía salir al monte ni usar maquinaria cerca de él. Pero también había un bando del ayuntamiento; sin embargo, decían los agentes que eso era papel mojado, que prevalecía el BOE y lo que dijeran ellos. Sería papel mojado, pero el alcalde acabó diciendo a toda la gente que allí se iba a desbrozar sí o sí y a su cuenta y riesgo. Y así se hizo. Esto se llevó a cabo en varios sitios, y fueron acciones muy certeras pero también muy mal gestionadas. Gente que iba a ayudar acababa siendo mandada a otro sitio, y en ese sitio los mandaban a otro, y terminaban en lugares que ya estaban siendo pasto de las llamas y no les dejaban pasar. Así que se volvían para casa habiendo hecho una buena kilometrada y sin hacer absolutamente nada. Que digo yo: ¿qué tal si ese bando lo ponen en todas las localidades en la época en que corresponde hacer ese tipo de limpiezas, y así evitan que sea el paisano de turno el que tenga que ir a pedir permiso para hacer esa labor?
Para más anécdotas están las redes llenas, pero una que me contó mi pareja fue que tuvo que atender a un bombero. Estaba desconcertado, porque no entendía las órdenes que daban, no entendía la forma de descargar agua de los medios aéreos. Decía que nunca había visto tales incongruencias. Que no sabía si era para conservar los canales romanos o qué, pero había zonas donde no se descargaba agua y donde no dejaban intervenir a las brigadas. En Instagram he visto que en la SER han entrevistado a varios expertos y personal de extinción que denuncian órdenes de no salir de la base y que acaban yendo a ayudar en los incendios cuando se acababa su turno. Yo cada vez que escucho algo me quedo con el culo más torcido y más bilis saliéndome por la boca.
¿Las causas? Estoy hasta los mismísimos ovarios premenstruales de leer y escuchar a gente pelearse: unos que no, que no es el cambio climático, que son los intereses económicos y políticos; otros que no, que hay que prevenir en invierno y que el BOE, y que las leyes que no permiten recoger una rama, ni tener ovejas ni vivir en el campo, otros que si los pinos, eucaliptos... ¿No se dan cuenta de que TODO es la causa? El cambio climático afecta a la virulencia de los incendios, y la puta burocracia, que no hace más que meter palos en las ruedas a todo aquel que quiere vivir del campo, afecta a la prevención. No puede ser que para limpiar un camino o un trozo de monte tengas que pedir permiso; que tras haber hecho ese trabajo no te puedas ni llevar cuatro palos para quemar en tu chimenea es una vergüenza. Que para tener cinco putas gallinas tengas que crear un puñetero núcleo zoológico es una locura. No quiero imaginar lo que te piden para tener un rebaño de 100 ovejas. Y las ovejas… la lana, ¿qué hay de la lana? La lana española al parecer se trata como residuo mientras se importa lana australiana. No sé si será cierto, pero no me sorprende tampoco, ya que a incongruencias no nos gana nadie. Joder, sacan una ley de bienestar animal que lo que hace es perjudicar a los animales que ya están bien y que no toca para nada a los que siempre han estado mal.
¿Y yo en todo esto? Ansiedad, angustia, sin ganas de nada. He perdido peso, lloro a ratos pensando en lo que se ha perdido; otras veces me entran ganas de cruzarme con alguien provocando un incendio y hacer justicia por mi mano, ingresar en la cárcel y allí, mientras me mantienen, estudiar algo. Es que me voy a quedar al paro dentro de nada y, hablando con un profesor de FP de la rama de medio ambiente, se me metió en la cabeza estudiar Forestal y Medio Ambiente. Pero no sé si arriesgarme a dos años de estudio para acabar sin trabajo, y que luego tampoco me quieran para lo que llevo 17 años currando porque se me habrá olvidado todo. Con 42 años ponerme a estudiar… me hacía ilusión, aunque poco me duró: las convocatorias ya habían pasado. Dicen que a veces entra gente empezado el curso, pero no lo tengo claro. Y siempre la misma duda: ¿habrá salida? ¿No será mejor tirar por sanidad, que me gusta y ya tengo formación, o preparar oposiciones de funcionario raso? Me gustaría pensar que, después de todo, el gobierno recapacite e invierta en prevención. Poder acabar ese ciclo y dedicarme a ello sería un sueño. Pero el gobierno es más como Freddy Krueger: viene a jodernos, a provocar pesadillas. Y me da igual el color: al final todos acaban igual, corrompidos y gastando nuestro dinero en putas, drogas y lujos.
Y para acabar os dejo con la primera canción que se me viene a la cabeza hoy: Tataravoa, de Filhas de Cassandra. Las vi en un festival de mi pueblo, eran de las últimas en cantar ese día y, de todos los siete grupos que vi en dos días (Puño Dragón, Coque Malla, Siloé, The Rampants, Lori Meyers, Ultraligera y Filhas de Cassandra), fueron a las únicas a las que les pidieron un bis. Eran ya las 4 de la mañana y nos pusieron a saltar, bailar y cantar, hasta tal punto que casi que me cago en ellas, porque ¿quién iba a dormir después del subidón ese? El otro día me puse a escuchar su álbum Acrópole y estoy enganchada, lo escucho en bucle. Hala, ahí os queda. Yo mientras me quedo aquí respirando ceniza.
P.D. A tataravoa estaría contenta se te escoitase cantar, pero choraría se vise tanto lume.